23 de agosto de 2010

Armas de los pioneros en Africa


En esta época caracterizada por fusiles de alto poder, de cartuchos magnum de trayectoria extremadamente rasante, de la caza de búfalos con un solo disparo de un arma con la energía de un pequeño cañón, etc, resulta interesante conocer el pasado leyendo los libros de historia y observar en qué medida nuestros ancestros tenían éxito.



Por supuesto que los primeros cazadores que llegaron a este territorio (África) estaban armados con un amplio surtido de fusiles y armas de percusión (aunque muchos también trajeron antiguos fusiles de chispa como armas “de repuesto” para su propio uso o para la gente que contrataban para trabajar). Generalmente, los rifles eran de calibre relativamente pequeño, tanto mosquetes militares (en calibres .577 y .720 pulgadas) o fusiles de uso civil de 8, 10 y 12 calibres o “bores” a la vez que una gran cantidad de fusiles de ánima lisa de cañón único de 6 y 4 “bore” para la caza de animales peligrosos.


Los fusiles, generalmente se cargaban con proyectiles cónicos, mientras que los de ánima lisa disparaban proyectiles esféricos. Excepto para el rinoceronte y el elefante, los “pequeños fusiles” resultaban muy adecuados para todo tipo de animales, resultando abatidos, frecuentemente, con un solo disparo. Para los animales mayores, se confiaba en el peso del proyectil de plomo para asegurar al animal. El cazador debía, invariablemente, comenzar con su rifle y luego confiar en los de ánima lisa para disparos subsiguientes, ya los fusiles de avancarga resultaban demasiado lentos de cargar.

Con los fusiles de anima lisa, cualquier cosa que se encontrara más allá de los 20 metros resultaba ser un “tiro largo” y más allá de los 30 metros, aproximadamente, el tirador no podía estar realmente seguro de impactar un elefante con un arma con una carga “liviana”.

Selous, comenta, sin embargo, que su antiguo “Fusil para Elefantes” de calibre 4, con un proyectil esférico de plomo endurecido de 1700 grains, cargado con una buena cantidad de pólvora negra, tenía mejor penetración que la mayoría de los primeros fusiles de cartucho. Era esta gran capacidad de penetración, junto con un razonablemente gran canal de herida lo que matenía vigentes a los grandes fusiles de ánima lisa vigentes para la caza de elefantes hasta la década de 1880. Ninguno de los primeros fusiles tenía suficiente penetración, aunque para los disparos frontales al cerebro de los elefantes esto recién se logró con la introducción del 7mm Mauser y del Mk II con munición .303 en 1890.

Pero, dejando de lado al elefante y al rinoceronte…¿Cuáles eran los rifles preferidos y que tan precisos resultaban ser? Los rifles usados por los primeros cazadores invariablemente disparaban alguna variante de proyectil de forma cónica, ya que los proyectiles esféricos habían sido reemplazados por ellos en el ámbito militar alrededor de la década de 1850 y en los ambientes de caza africanos mucho tiempo antes. Aparte de demandar casi 1 minuto para su carga, las armas de un solo cañón eran razonablemente precisas, capaces de agrupar todos los disparos en un radio de 6 pulgadas a 100 yardas, residiendo su mayor inconveniente en sus aparatos de puntería.

Los aparatos de puntería de estas antiguas armas eran claramente rudimentarios según los stándares actuales con puntos o guiones redondeados o voluminosos y alzas muy pequeñas. Para empeorar las cosas, muy pocas de las armas económicas estaban reguladas apropiadamente y muchas de ellas agrupaban bien pero alejadas de la línea de visual o puntería. Las armas de mejor calidad incorporaban alzas de hoja, de gran tamaño y sin entalladura, por lo cual el cazador podía, mediante una lima de forma triangular, calar sobre ella una “V” en el lugar apropiado, con la profundidad deseada sobre las diferentes hojas o tablones del alza para lograr que se ajustara a sus diferentes cargas. La lentitud de carga, sin embargo, determinó que muchos cazadores prefirieran los rifles de cañón doble o “dobles” para desarrollar su actividad (y/o llevaban varios fusiles previamente cargados).

Hacer que un fusil doble de avancarga agrupe los impactos de ambos cañones en el mismo sitio resulta ser aún más difícil que regular un arma similar de retrocarga, y todo esto requería un método de carga extremadamente cuidadoso para lograr una buena agrupación.

En consecuencia, no resulta sorprendente que la mayoría de los cazadores de bajos recursos, particularmente los Boers, llevaran “Rifles del Cabo”, provistos de un cañón estriado y otro de ánima lisa. Para la caza normal, el cañón “de escopeta” se cargaba con “loopers” (tres o cuatro esferas prácticamente del diámetro del calibre. Esta fue una fórmula bien probada y efectiva usada por los “Voortrekkers” para la mayoría de sus cacerías hasta 1880).

En la medida en que el cazador estuviese razonablemente cerca de la presa, esta carga de postas ultra-pesadas era muy efectiva, y los cazadores de esa época eran capaces de acertar a una distancia de 20 o 30 yardas, inclusive cazando de a caballo para acercarse mejor al animal. El disparo con el cañón de ánima lisa, invariablemente, se usaba primero, mientras que el cañón estriado se reservaba para un segundo disparo en caso de ser necesario.

Sin embargo, cuando se pone todo en consideración, el éxito de los cazadores en la época de la avancarga consistía en estar lo más próximo posible a la presa. Excepto para aquellos tiradores expertos munidos de un fusil de alta calidad, cualquier cosa más allá de las 50 yardas resultaba ser “un tiro largo” con grandes posibilidades de herir más que matar.
La llegada de la retrocarga a partir de 1870 cambió los escenarios de caza. Los fusiles Zinder y Martini-Henry podían disparar 10 tiros por minuto en las armas de un tirador hábil, y los Rifles del Cabo rápidamente de convirtieron en las herramientas de una clase social que practicaba la caza más por deporte que para vivir. El problema de la precisión aún contenía ciertos interrogantes interesantes.


Todos los fusiles Martini que he probado tanto con munición original de fábrica y con mis propias recargas, no han agrupado bien con respecto a la línea de puntería a las 100 yardas de distancia, y debieron resultar adecuados para la caza de animales de gran porte más allá de este rango, siendo su gran limitación la tosquedad de sus aparatos de puntería.

Las carabinas eran otra historia, siendo una norma las agrupaciones de hasta 12 pulgadas por encima y a la derecha de la línea de mira, y Baden-Powell comenta la pérdida de un león un par de veces a distancias aproximadamente de solamente, 40 yardas con su carabina.

Las he disparado y este comentario no me sorprende. Todo esto, además, presuponiendo que el fusil estaba limpio. El Martini (y en el caso del Snider, era peor) la acumulación de suciedad se producía con mucha rapidez y con los primeros cartuchos la precisión se empobrecía con cada uno de los disparos, hasta que, al haber efectuado 7 u 8 tiros, no era posible impactar una silueta del tamaño de un hombre a 40 yardas.

Los primeros fusiles deportivos, eran mejores, ya que empleaban envolturas de papel encerado sobre los proyectiles que ablandaban la acumulación de suciedad y mantenían la precisión durante algunos disparos más. Típicos fusiles deportivos de buena calidad eran los Farquerson con acción tipo “falling block” fabricados por Gibbs, a los cuales era tan adepto Selous. Estos fusiles del tipo de acción mencionada, fabricados por Gibbs, Rugby o Holland, tenían aparatos de puntería adecuadadamente regulados en fábrica para la carga recomendada. Los fusiles deportivos más económicos eran simplemente Martini-Henrys con acciones más livianas pero con aparatos de puntería que no resultaban mejores que sus contrapartidas militares

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Los integrantes de una columna de pioneros y la policía que los escoltaba estaban armados con fusiles Martini-Henry, pero muchos de ellos llevaban también sus propias armas deportivas.

William "Curio" Browne, un naturalista norteamericano que trabajaba para un gran museo en los Estados Unidos que acompañaba a los pioneros tomó notas interesantes respecto de los rifles y del grado de eficacia que tenían, tanto durante la jornada como mientras recolectaba especimenes. Su propio rifle Ballard tenía miras ortópticas ajustables y las empleaba con los animales más pequeños hasta que se le agotaron las municiones. Para los animales de mayor porte empleaba su Martini, pero hace notar que probó varios hasta encontrar uno que impactaba coincidentemente con su línea de visual. Luego de que le robaron su Martini, adquirió un Martini-Enfield en calibre .303 y un Gibss en calibre .450 Martini-Henry, pero la pequeña carabina .303 disparaba tan lejos del lugar adonde apuntaba que le resultaba completamente inútil.

También adquirió un fusil Express .500 de “máxima calidad” pero descubrió que “El cañón derecho disparaba a tres pies del lugar al que apuntaba, mientras que el izquierdo disparaba dos pies por encima” y se deshizo rápidamente de él. El Coronel Frank Johnstone, que comandaba la columna de pioneros, también poseía un .450 Express, y las pruebas recientes efectuadas con esta arma han mostrado que más allá de los 50 pasos, aproximadamente, los aparatos de puntería ofrecían solamente una guía orientativa adonde irían a impactar los proyectiles.



La otras marca popular de rifle entre los pioneros fue, por supuesto, el Winchester. Los Modelos 73 en calibre .44-40 fueron provistos a la policía a partir de 1893, mientras que muchos hombres compraban en forma particular a la versión más potente: el Modelo 86, usualmente en calibres .40-70 o .45-70 (el .44-40 era aplicable, básicamente, como un calibre para defensa personal y para animales no mayores al tamaño del impala -Aepyceros melampus- a corta distancia). La elección del gran fusil de Winchester tenía mucho sentido para una persona que necesitara un arma para defensa propia, tanto contra seres humanos, leones y otros animales, a la vez de ser útil para cazar animales de la talla del kudu -Tragelaphus strepsiceros- para alimentarse.

El mayor problema residía en la provisión de municiones. Si no era .450 Martini-Henry, .44-40, o .303 no había otra disponible en el país. Los comercios idóneos que comercializaban una adecuada variedad de municiones solamente comenzaron sus actividades luego de 1897, y recién a partir de entonces comenzaron a importarse los cartuchos más comunes tales como el .40-70, el Nro. 2 de Mosquete y el 7mm Mauser.



Cualquier otra cosa debía ser adquirida directamente bajo pedido desde Inglaterra o desde los Estados Unidos con una demora en el embarque de 3 a 6 meses. De manera, que no resulta sorprendente que la mayoría de los rifles deportivos traídos al país estuvieran recamarados en calibres militares.

Una característica útil de la mayoría de los cartuchos deportivos ingleses es que estaban disponibles con una gran variedad de tipos de proyectil del mismo peso (y en consecuencia, impactaban todos en, aproximadamente, el mismo lugar). Todos los proyectiles, incluyendo los del Martini-Henry estaban envueltos en papel hasta la introducción del .303, y este encamisado de papel significaba que el proyectil podía ser confeccionado en plomo puro lo cual aseguraba una expansión confiable aún a las modestas velocidades brindadas por los cartuchos de la época. También podían ser fundidos en aleación dura y luego endurecidos aún más mediante un tratamiento térmico para obtener una mayor penetración.

Fuente: Deportiro

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